31 de marzo de 2013

Egregor


Freud postuló el inconsciente individual, Jung investigó el inconsciente colectivo. Analizando árboles genealógicos yo llegué a la conclusión que, entre estos dos inconscientes, se podía postular el inconsciente familiar. Cuatro generaciones, bisabuelos, abuelos, padres, hijos, unen sus inconscientes individuales creando una entidad que podríamos llamar “egregor”. Lo que a un miembro de la familia le sucede, tiene repercusiones en todos los parientes, los muertos y los por nacer… Se podría pensar que si un hermano logra alcanzar un nivel de conciencia más alto, enriquece el espíritu de sus herrnan@s proporcionándoles felicidad… Lamentablemente esto no es así: entre los hermanos hay todo tipo de rivalidades, tanto como hay problemas entre hijos y padres… El clan se identifica no sólo por sus valores sino también por sus defectos. Defectos que , como insignias, proclaman la pertenencia al grupo: “En mi familia todos tenemos un hígado frágil”, “En mi familia las mujeres son viriles y dominantes”, “En mi familia los hombres son mujeriegos”, “En mi familia se transmite el cáncer del seno”. El nivel de conciencia limitado se transforma en un distintivo. Cuando un miembro de la familia asciende hacia la luz, los que están en la bruma se inquietan, lo sienten como una traición, y luchan contra este aporte luminoso. El desarrollo de la conciencia de un individuo hace temblar a todo el árbol: los bisabuelos revelan sus prejuicios morales, los abuelos muestran los límites de su visión del mundo; los padres se retuercen en su infelicidad disfrazada de respeto a las buenas costumbres… El egregor se repliega amenazando al disidente de cesar de amarlo. El que ha progresado, quizás sin saberlo, aporta a su entorno familiar una nueva meta… Puede entonces que algún hermano, transformando la competición en emulación, lo tome de ejemplo y también emprenda el arduo trabajo de expandir su conciencia. Esto es más esencial de lo que puede pensarse: un árbol genealógico que permanece unido por egos limitados, -el futuro reservándole esterilidades, fracasos sociales. muertes trágicas-, está condenado a desaparecer. Sólo tienen larga vida las familias que aportan conciencia al mundo.

Alejandro Jodorowsky.-

26 de marzo de 2013

Vigilar y castigar



Lo que trato de hacer es poner en tela de juicio por medio de un trabajo intelectual diferentes aspectos de la sociedad, mostrando sus debilidades y sus límites. No hago un llamado a las armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérse mis libros bajo esa luz. La meta que me propongo es explicar del modo más explícito las zonas de la cultura burguesa y las instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los pensamientos cotidianos del hombre.

Procuré definir las estrategias del “poder” en ciertos ámbitos. Por ejemplo, el libro “Vigilar y castigar” se inicia con un "teatro del terror", la puesta en escena espectacular que acompañaba las ejecuciones públicas hasta el siglo pasado. Se suponía que ese ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la mano omnipotente de la justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de los espectadores grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos. Con frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En nuestros días el control es menos severo y más refinado, pero no por ello menos aterrador. Durante el transcurso de nuestra vida todos estamos atrapados en diversos sistemas autoritarios; ante todo en la escuela, después en nuestro trabajo y hasta en nuestras distracciones. Cada individuo, considerado por separado, es normalizado y transformado en un caso controlado. En nuestra sociedad, estamos llegando a refinamientos de poder en los que ni siquiera habrían soñado quienes manipulaban el teatro del terror.

En el punto en que nos encontramos actualmente estamos más allá de cualquier posibilidad de rectificación, porque la concatenación de esos sistemas ha seguido imponiendo este esquema hasta hacerlo aceptar por la generación actual como una forma de la normalidad. Sin embargo, no se puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de los individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias humanas.

Aunque suene a rebeldía, no soy un rebelde activo. Jamás desfilé con los estudiantes y los trabajadores, como lo hizo Sartre. Creo que la mejor forma de protesta es el silencio, la total abstención. Después de todo ¿No dice Platón más o menos esto: "Jamás estoy tan activo como cuando no hago nada"? Hacía referencia, desde luego, a las actividades intelectuales, que en el plano físico casi no exigen otra cosa que rascarse la cabeza. La vida mental abarca todo.

Michel Foucault.-

19 de marzo de 2013

Recordando

RECUÉRDESE A SÍ MISMO: Cuando decimos "recuérdese a sí mismo", queremos decir a usted mismo. Pero nosotros mismos, mi "yo", somos mis sentimientos, mi cuerpo, mis sensaciones. Yo mismo no soy mi mente, no soy mi pensamiento. Nuestra mente no es nosotros: es sólo una pequeña parte de nosotros.
Es imposible recordarse a sí mismo. Y la gente no recuerda porque quiere vivir sólo por medio de la mente. Sin embargo, la cantidad de atención acumulada en la mente (como la carga eléctrica de una batería) es muy pequeña. Y otras partes del cuerpo no tienen ningún deseo de recordar.

Debo admitir que la mayoría de las partes de nuestro "yo" total no se interesan para nada en el recuerdo de sí. Más aún, ni siquiera sospechan la existencia de este deseo en su Hermano, el pensamiento. Por eso, debemos tratar de familiarizarlas con estos deseos. Si conciben un deseo de trabajar en esta dirección, la mitad del trabajo está hecho; podemos empezar a enseñarles y a ayudarlas.

George Gurdjieff.-

3 de marzo de 2013

El mono


El ego es un mono que salta a través de la selva: totalmente fascinado por el reino de los sentidos, cambia de un deseo a otro, de un conflicto a otro, de una idea centrada en sí misma a la siguiente. Si lo amenazas, realmente teme por su vida. Deja partir a ese mono. Deja partir los sentidos. Deja partir los deseos. Deja partir los conflictos. Deja partir las ideas. Deja partir la ficción de la vida y de la muerte. Permanece simplemente en el centro, observando. Y después olvídate de que estás en él.

 Hua Hu Ching de Lao-tse.-