Pedagogía
Cada
niño debe de desarrollar su propia individualidad y voluntad, sin
considerar ideales ajenos. La educación es asistir al alma a expresarse a
sí misma. Cada niño debe de ser presentado con todos los posibles
problemas y se le debe permitir registrar sus propias reacciones; debe
de ser enfrentado con todas las circunstancias de turno hasta que logre
sobreponerse a cada una. Su mente no debe ser influenciada, sino
solamente expuesta a todo tipo de nutrición. Sus cualidades innatas
harán que seleccione el alimento adecuado para su naturaleza. Respeta su
individualidad. Preséntale la vida en todas sus manifestaciones para
que la inspeccione, sin comentarla. Desde la infancia, los niños deben
encarar los hechos, sin explicaciones adulteradas. Deja que actúen y
piensen por sí mismos; deja que su integridad innata se inicie a sí
misma. Haz que exploren todos los misterios de la vida, que se
sobrepongan a sus peligros. El engaño y el miedo son sus únicos
enemigos. Deja que sean testigos del nacimiento, el matrimonio y la
muerte; deja que escuchen poesía, filosofía e historia; llama al
aprendizaje pero no a la expresión articulada. Haz que enfrenten
desfiladeros, olas, animales, encontrando su propia fórmula de
conquista. Confía en la verdad en ellos sin descanso, con cuidado solo
en hacer su amplitud comprensible; confía en que la usen [...] Deja que
los niños se eduquen a sí mismos a ser ellos mismos. Aquellos que los
entrenan en estándares los lisian y deforman. Los ideales ajenos imponen
perversiones parásitas. Cada niño es una Esfinge: nadie sabe su secreto
más que ella misma.
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