10 de junio de 2012

Paradigmas


Resulta sumamente importante que tomemos conciencia de nuestro habitar paradigmas y no realidades; ello nos evitaría gran parte de nuestros enfrentamientos y violencias defendiendo supuestas "verdades". 


Pero resulta aún mas importante en momentos históricos como este, en el que estamos a punto de adoptar nuevas ideas sobre el mundo y nosotros mismos y corremos el peligro de hacer esta transición a ciegas, aferrandonos a nuevas "verdades", sesgando, exagerando la reacción y corriendo el riesgo de caer en el movimiento del péndulo. Es lo que ha ocurrido anteriormente. 

Cuando abandonamos el paradigma medieval, bajo el que veíamos el mundo como una creación divina y por ende una Naturaleza sagrada por la que sentíamos respeto y admiración, el péndulo nos llevó al extremo opuesto. El hombre medieval se veía a sí mismo como creatura, sujeto a leyes sobrenaturales, habitando un mundo vivo que no era de su pertenencia sino al cual el pertenecía. El tiempo era para él cíclico, siguiendo el ritmo y la secuencia de las estaciones en la Naturaleza. El sentido de la vida y de la muerte le estaba dado en su concepción religiosa de la existencia; su centro de identidad fundamentalera su alma y su preocupación básica, su salvación.

Ahora bien, la revolución científica arraso de tal manera con la visión del mundo medieval que nos dejaron en el extremo opuesto: un mundo muerto, una Naturaleza inerte, semejante a una gran máquina que obedece ciegas leyes mecánicas que el hombre, ahora con el desarrollo de lo que considera su capacidad máxima, su razón, es capaz de conocer y por ende de manipular. El hombre dejó de ser creatura y se transformó en amo de la Naturaleza. El poder y la capacidad creadora pasaron de Dios a sus propias manos, el sentido de su existencia estuvo ahora a su propio cargo. El tiempo se hizo lineal y abierto hacia adelante, poniéndole el futuro una nueva exigencia trascendente: el progreso. El hombre moderno perdió así su relación armónica con su entorno, perdió su pertenencia sagrada al Universo, perdió el respeto a la Naturaleza. Perdió su capacidad de escuchar, de estar receptivo ante los procesos naturales; en adelante sólo se oyó a sí mismo y a su propósito activo, manipulador, pragmático. Perdió las respuestas a los problemas fundamentales de la vida, y junto con ello perdió también las preguntas. La ciencia no pudo ni quiso hacerse cargo de los "porqué", sólo se atuvo a los "cómo"; no pudo hacerse cargo del alma del hombre, por lo que éste se redujo a su mente y su cuerpo.

Gastón Soublette (Introduccion a Tao te King).-

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