5 de diciembre de 2011

Obstáculo intelectual racionalista


Las grandes teorías psicológicas del siglo XX emanan de geniales médicos psiquiatras, como Freud, Groddeck o Reich. Pero en sus seguidores se desarrolló la creencia falsa, nociva, de que para conocer el alma humana toda búsqueda debe inspirarse en procesos de investigación científica. Carl Gustav Jung, en 1929, se hizoconsciente de esta confusión intelectual:

El intelecto es, efectivamente, un enemigo del alma, porque tiene la audacia de querer captar la herencia del espíritu, de lo cual no es capaz bajo ninguna circunstancia, porque el espíritu es bastante superior al intelecto, dado que aquél comprende no sólo a este último sino también al corazón [Gemüt ánimo].

El ser humano consciente no puede ser analizado como un todo fijo, un cuerpo-objeto sin realidad espiritual. El Inconsciente, por esencia, se opone a toda lógica. Si es reducido a explicaciones científicas o a enseñanzas universitarias, se le convierte en cadáver. jung agrega:

Por eso sé que las universidades han dejado de actuar como portadoras de luz. La gente está saciada de la especialización científica y del intelectualismo racionalista. Quiere oír acerca de una verdad que no estrechc sino que ensanche, que no oscurezca sino que ilumine, que no se escurra sobre uno como agua sino que penetre conmovedora hasta la médula de los huesos.

He aquí por qué ningún diploma puede garantizar la calidad de un psicoterapeuta: ayudar al otro a sanar supone no solamente comprender de qué sufre, sino también poner a su alcance los elementos necesarios que le permitan cambiar. El médico o el cirujano establecen su diagnóstico y, a continuación, recurren a la prescripción de medicamentos o a la intervención quirúrgica. Pero a menudo el supuesto terapeuta no es capaz de establecer) un diagnóstico, y después de haber revelado al paciente la causa de su trauma, y de que éste le pregunte «Ahora que conozco el origen de mis problemas ¿qué puedo hacer?, nos es capaz de ayudarlo a encontrarla respuesta.
En las culturas primitivas, el chamán (generalmente un artista, experto también en plantas medicinales o alucinógenas que permiten «viajar» hacia‘ otras realidades ejerciendo una acción terapéutica) es a la vez el curandero y el remedio, hombre-medicina o mujer-medicina, fuente de información viva que permite al ser que sufre redescubrir sus propios recursos.




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