10 de noviembre de 2011

Realidad inexistente



Ahora veremos que es lo que realmente aprendemos con nuestros sentidos, ya que no tenemos idea de lo que realmente existe fuera de nosotros.

Por ejemplo, no sabemos qué hay por fuera de nuestros oídos, es decir, qué es lo que causa una reacción en el tambor del oído. Lo único que conocemos es nuestra propia reacción a un estímulo del exterior. Incluso los nombres que asignamos a los fenómenos del mundo no tienen nada que ver con los fenómenos en sí, sino a nuestras reacciones hacia ellos. Y lo más probable es que somos ignorantes de numerosos acontecimientos en este mundo. Éstos pueden pasar inadvertidos por nuestros sentidos porque reaccionamos sólo a los fenómenos que somos capaces de percibir.
Por esa razón, es obvio el por qué no podemos percibir la esencia de nada que exista fuera de nosotros; lo único que podemos hacer es examinar nuestras propias reacciones a eso.

Esta regla de percepción es aplicable no sólo a lo espiritual, sino que es, de hecho, la ley de toda la Naturaleza. Al tratar la realidad de esta manera nos damos cuenta de inmediato que lo que vemos no es lo que realmente existe; y es de suma importancia entenderlo, para poder progresar en la espiritualidad.

Cuando observamos nuestra realidad comenzamos a descubrir elementos que jamás habíamos notado. Interpretamos cosas que ocurren dentro de nosotros como si estuvieran tomando lugar por fuera. Desconocemos el origen verdadero de los eventos que experimentamos, aunque sentimos que ocurren fuera de nosotros, pero jamás podemos saberlo con certeza. Para relacionarnos correctamente con la realidad deberíamos abandonar la idea de que lo que percibimos es el cuadro "real".

Todo lo que captamos es cómo los eventos (las Formas) afectan nuestra percepción (nuestra Materia). Es decir, lo que vemos no es el cuadro externo, verdadero y objetivo, sino nuestra propia reacción a ello. Tampoco podemos siquiera determinar si las Formas que percibimos están conectadas a las Formas Abstractas que les atribuimos y en qué medida. En otras palabras, el hecho de que veamos una manzana como roja, no significa que es realmente roja.

De hecho, si les preguntáramos a los físicos acerca de una manzana roja nos dirían que lo único que podrían afirmar con certeza es que la manzana no es roja. el color de un objeto es determinado por las ondas de luz que el objeto iluminado no pudo absorber. Es decir, no vemos realmente el color del objeto mismo, sino la luz que el objeto rechazó, mientras que el color verdadero del objeto es la luz que absorbió. Pero como esta luz fue absorbida por el objeto, ya no puede llegar a nuestros ojos, y por lo tanto, no la podemos ver. Es por esto que el verdadero color de la manzana es cualquier cosa menos rojo. 

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