1.- La semilla de un deseo era un sueño que una vez decidiste plantar
2.- El campo de siembra es el universo,
un inmenso horno alquímico que transforma en realidad los pensamientos,
creencias, miedos… y también los deseos. Es el terreno de la
materialización de lo inmaterial.
3.- Para que germine la semilla del deseo
hay que cultivar dentro de uno mismo el don de la paciencia,y seguir
viviendo con consciencia cada presente. Confiar en que vendrán las
buenas lluvias y la luz del sol lucirá sobre los campos. La desesperanza
y las prisas frenan el crecimiento de todo lo vivo. La naturaleza se
toma sus tiempos, y éstos nada tienen que ver con los tiempos de nuestro
ego.
4.- Vendrán malos vientos, temporales,
nevadas…, hay que adaptarse y confiar. Son las resistencias del árbol
genealógico, de la sociedad, de la cultura, a veces de la humanidad
entera. Una semilla que lleva dentro un potencial deseo, terminará
floreciendo, pero nadie dijo que no habría obstáculos. Cada uno de ellos
es un maestro del que aprender la lección para seguir creciendo.
5.- El abono y el riego son
imprescindibles para que continúe el proceso de germinación. Los
pequeños detalles, los actos de cada día que nos dirigen hacia nuestra
finalidad y no en sentido contrario, esos que nos lanzan fuera del bucle
de la repetición con una poderosa fuerza centrifuga, harán que nos
alineemos con la meta hasta alcanzarla.
6.- Llegará un segundo, de un minuto, de
una hora, en un día de tantos, en el que veremos como florece al fin la
semilla de aquél deseo. Pisaremos fuerte el suelo para sentir que ya no
es un sueño, es una realidad para vivirla. Es entonces el momento de
agradecer y seguir sembrando.
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