12 de enero de 2012

Preguntas


Si el individuo para el Todo es una parte, para las partes que lo constituyen a él mismo es un todo. Sin embargo, siendo manifestación ilusoria del Todo, nunca podrá conocerse a sí mismo: cualquier conciencia de sí mismo será sólo conciencia de una o algunas de sus también ilusorias partes. En tanto que parte, la totalidad le será inalcanzable, irrealizable. Cada parte será considerada como pregunta, dándosele calidad de respuesta únicamente al Todo. Respuesta imposible, porque el Todo es impensable. Queda nada más un Mundo constituido sólo de preguntas donde el único progreso espiritual es la formulación de preguntas cada vez más profundas. Pero mientras más profunda es la pregunta, menos posibilidad de respuesta tiene. Las preguntas superficiales obtienen fragmentos de respuesta. 
Mientras más superficial sea la pregunta, más ilusión de respuesta obtiene. La pregunta perfecta, imposible de imaginar, sería aquella que no dejaría la más mínima posibilidad de respuesta: estaríamos entonces ante una pregunta que sería el Todo mismo. Lo que nos permite afirmar que el Todo es una pregunta sin respuesta. Y que nosotros, el Mundo, somos respuestas ilusorias.

Preguntaremos tanto que, creyéndonos sabios, terminaremos aceptando esas interrogaciones como respuestas.

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