19 de agosto de 2011

Virtud


Los cinco colores ciegan los ojos del hombre; los cinco tonos ensordecen los oídos; los cinco sabores arruinan el paladar.*

Por supuesto, él se refiere a las reglas formales y clasificaciones de estas artes, al decir que si piensas que sólo hay cinco colores, debes estar ciego, y debes estar sordo si piensas que toda la música debe escribirse de acuerdo con la escala musical. Ésta es la razón por la que las escuelas de estas diversas artes producen pocos genios, y el motivo por el cual el genio virtuoso siempre supera las reglas, no a causa de un espíritu estrepitoso y antisocial, con una intención hostil, sino porque la fuente del trabajo creativo es un cuestionamiento inteligente de las reglas. Los Sabios primitivos, en consecuencia, estaban cuestionando la validez de la persona normal y el sentido común.  Así, en el Occidente y Oriente moderno, los verdaderos sabios se plantean  difíciles preguntas referentes a los supuestos básicos de la buena vida. ¿Es algo tan bueno seguir viviendo durante tanto tiempo? ¿Cómo morirías mejor: con un quejido prolongado o con un glorioso golpe violento? ¿Te gustaría realmente alcanzar una posición de poder, tal como la presidencia, o la de una gran corporación, en la que debes tomar decisiones importantes casi a cada instante y donde nunca estás separado del teléfono? ¿Y qué me dices de llegar a ser tan famoso que puedas ser reconocido vayas a donde vayas, y tan acaudalado que todos quieran robarte? ¿Y qué es lo bueno de un país en el que la mediocridad está organizada, en el que todos deben comer lo mismo, vestirse del mismo modo y habitar de la misma forma?


(*Lao-Tzu 12).
 


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